No queremos que termine esta semana sin expresar públicamente nuestro dolor por la muerte del profesor Abel Martínez en el IES Joan Fuster, de Barcelona. Somos profesores, y nuestra labor no tiene sentido sin nuestros alumnos. Necesitamos su confianza, no su rabia, para hacer de la educación un viaje de ida y vuelta en el que encontrarnos todos para mejorar, para madurar, para renovarnos, para buscar nuevas maneras de enseñar y de aprender. Nuestro día a día es, afortunadamente, mucho más que transmitir conocimientos que se pueden encontrar en cualquier sitio. Es escuchar, mirar, llevar de la mano, agradecer a veces que te aguanten el mal humor, vivir conflictos y solucionarlos sin violencia, proponer caminos nuevos, animar a nuestros alumnos a expresarse, aplaudir pequeños cambios, plantear pequeños retos… y tantas otras cosas. Por eso duele especialmente que en un instituto se haya vivido la situación extrema de que un profesor muera a causa de la agresión de un alumno. Ojalá este niño de trece años hubiera podido canalizar de otra manera su rabia acumulada. Ojalá nunca vuelva a pasar.
Nuestros pensamientos están con los compañeros del IES Joan Fuster, profesores y alumnos, y especialmente con el profesor de Ciencias Sociales Abel Martínez. Que la tierra te sea leve, compañero.